lunes, 10 de octubre de 2011

LA HONESTIDAD.


Erase una vez un lejano país regido por un apacible y bonachón Rey. Dicho Rey llamado Cedric, era terriblemente despistado y crédulo. Sus Ministros hacían y deshacían a voluntad, mintiendo descaradamente en todos los asuntos de Estado. El Rey les daba tierras, castillos y múltiples prebendas, porque quería tenerlos contentos, pero nada era suficiente para Gorroño el Sucio como era llamado el mandatario y el resto de Ministros que eran avaros y esquilmaban al pueblo con múltiples impuestos. El Primer Ministro era un ser diabólico y ambiciosos que se había hecho con todo el poder y manejaba todos los asuntos a espaldas de su Rey. Este vivía feliz y confiado dedicado a sus comilonas y a sus cacerías a las cuales era  muy aficionado. El desgraciado país estaba sumido en la más extrema pobreza, arruinado por la cuadrilla de gobernantes, que sin el menor escrúpulo lo tenia semi esclavizado.


Un día el Rey salio de caza al Bosque Real . Iba despistado como siempre y se alejó de sus criados en persecución de una hermosa pieza. Cuando se dio cuenta estaba perdido en lo más intrincado del espeso bosque. Dejó que su caballo le guiara y después de un largo rato llegó a un claro entre los árboles, donde de pronto se encontró con un grupo de personas que aparecían entre los árboles y que le rodearon a él y a su montura.
 Muy asustado por la aparición de aquellas personas, el Rey les preguntó ¿ Quienes sois? ¿Que queréis de mi?. El que parecía ser el jefe, un joven alto y rubio de una extraordinaria hermosura le contesto.- Veo por tus emblemas que eres el Rey que tiene esclavizado y arruinado a mi pueblo, tu pueblo. Yo soy Eric de Osma y estos son mis amigos, todos hemos tenido que huir para no ser esclavizados por tus Ministros. Cedric no salía de su asombro. Él creía que su pueblo era feliz y próspero, que todo el mundo tenia una vida digna y que era amado por ello. Poco a poco Eric le fue contando la verdad. 

Así el Rey se enteró que la mayoría de los jóvenes habían huido a los bosques para evitar ser cargados de cadenas y obligados a trabajar de sol a sol en los campos, cuando no podían entregar los impuestos abusivos a los recaudadores. 
Eric, era  hijo de un noble, que al no querer secundar la rapiña en sus aldeas, había caído en desgracia y ahora estaba encarcelado en una lóbrega mazmorra. Sus tierras y castillos habían sido confiscados y su hijo había huido al bosque para no correr la misma suerte.

El Rey pudo conocer a varios jóvenes de la nobleza entre el grupo y quedó anonadado al verlos vestidos con pobres harapos.¡Aquellos jóvenes que eran el futuro de su Reino en aquellas condiciones!. Cedric, creía estar viviendo un mal sueño. De pronto se dio cuenta de que él también era culpable de la desgracia de su pueblo, por no haberse preocupado más.

 Muy triste, prometió a los jóvenes que iba a remediar todo el mal causado. Ellos le creyeron y le acompañaron hasta el camino para que pudiera regresar a su castillo.
No bien hubo llegado y con el mayor de los sigilos, llamó a su presencia a su fiel criado Gencio. Este amaba a su Rey  y le era totalmente leal. Le había visto crecer y le había enseñado a cazar cuando apenas era un niño.
Le informó de todo lo acaecido y le pidió consejo, pidiéndole encarecidamente que no hablara con nadie de su secreto pues ambos correrían peligro.


Gencio le aconsejo llamar a un sabio ermitaño que vivía en los confines del Reino dedicado a la meditación y al estudio.
Cedric, estuvo de acuerdo y así una mañana muy temprano Gencio disfrazado de monje se puso en camino para ir a buscar a Demetrio el Sabio.
Cruzó valles, bosques y montañas y al final llegó  a la humilde choza donde vivía Demetrio.
Gencio le puso en antecedentes de la situación en el Reino y le conminó a acompañarle a presencia del Rey.
No había tiempo que perder, así que se pusieron de inmediato en camino, ambos disfrazados de monjes.

 Un día avistaron una pequeña aldea y se dirigieron a ella buscando descanso y comida. No bien entraron en la calle se apercibieron del silencio sepulcral  que había en la misma. Ni un niño jugando, ni un perro ladrando. La aldea parecía desierta o dormida. Siguieron su camino y de pronto se encontraron con un hombre muy viejo y tullido que cargaba sobre su encorvada espalda un pequeño haz de leña. El hombre se asusto mucho al verlos y se dispuso a emprender la huida, pero su cojera no le permitía correr demasiado. Gencio le alcanzó y le pregunto.¿ Donde están los aldeanos?. El pobre hombre sin dejar de mirarles recelosamente, les contestó: todos están trabajando en los campos del Primer Ministro Gorroño el "Sucio".


 Poco a poco les fue contando como el cruel señor tenía esclavizados a todos por no haber podido pagar los enormes tributos de ese año. Había sido un año de gran sequía y los campos no habían dado fruto. El ganado había muerto de sed y hambre y los pobres aldeanos, apenas podían comer. El malvado Gorroño no había tenido compasión y los había cargado de cadenas, tanto a hombres como a  mujeres y niños y ahora estaban en el bosque cortando madera para la serrería del Ministro.

Los jóvenes que había logrado escapar se había ocultados en las espesuras de los bosques donde vivían de la caza y de lo que podían encontrar.
El panorama tan desolador los dejó muy preocupados y reanudaron su viaje con premura, deseosos de llegar a la capital.
Mientras tanto Cedric había mandado detener y cargar de cadenas a todos los Ministros. Ordenó encarcelarlos y  confiscarles sus tierras y castillos.
Cuando Demetrio y Gencio llegaron al castillo observaron a gran cantidad de vagabundos y aventureros que llegaban al reino atraídos por la falta de ley y orden.

Todos llegaban con ansias de enriquecerse y con deseos de poder obtener buenos puestos en el ejercito y ganar mucho dinero.
El Rey se entrevistó con Demetrio y le hizo participe de sus preocupación. Quería encontrar un hombre honesto para que fuera su Chambelán, y temía equivocarse si se precipitaba en el nombramiento. Demetrio le aconsejó sabiamente y entre ambos trazaron un minucioso plan.


Así los heraldos reales comunicaron a todo el Reino un bando real, en el cual se convocaba a todos aquellos que quisieran pasar las pruebas a superar, para merecer el honor de servir al Rey.
 Nadie sabía en que consistían dichas pruebas, a  excepción de Demetrio y el Rey.
Pronto la gran sala del castillo se llenó con todos los aspirantes, que una vez dentro del recinto ya no podían salir. 
El primero en iniciar la prueba fue Gandulfo el Doliente, un noble riquísimo, pero avaro como pocos, siempre estaba diciendo "Pobre de mi", lo cual dio lugar a su apodo del "doliente". 

Fue introducido en una cámara y dejado en ella con el consejo de que esperara en el punto hasta nueva orden. La cámara estaba toda cubierta de oro y joyas. Al lado había otra más pequeña donde varios cofres de oro y piedras preciosas emitían sus destellos.
Incapaz de resistirse Gandulfo se lleno los bolsillos de su túnica de todas las gemas mas extraordinarias que encontró y de varios lingotes de oro. Se cargó tanto que apenas podía caminar. Al tiempo, un criado fue a decirle que pasara a la siguiente fase de la prueba, que consistía en bañarse en el lago sin quitarse la ropa. Gandulfo se metió en el agua y se hundió como una piedra, tan cargado iba de oro y joyas. Tuvieron que sacarle para que no se quedara para siempre en el fondo del lago.


Cuando lo sacaron empezaron a caer monedas, oro y joyas y todos los presentes pudieron comprobar que era un avaro sin remedio.
Le siguieron en la prueba varios nobles de distinta procedencia, Zapatín El Iluso, Marcelí de la Cueva, Chavisto de Abajo, etc. Todos sin excepción corrieron la misma suerte que el primero.
Cedric desesperado gritaba ¡Acaso no hay un solo hombre honrado en mi Reino!.
 Demetrio se fijo en un hombre de mediana edad sobriamente vestido, que llegaba al castillo en esos momentos. Le llamó la atención su porte y corpulencia.
 Se dirigió a él y le preguntó ¿vienes a pasar la prueba?.El joven le miró con cara de asombro y le contestó. Soy carpintero y vengo buscando trabajo. Demetrio se quedó atónito y de pronto una idea pasó por su cabeza. Se reunió con el Rey y le dijo. Todos los nobles de tu reino han resultado ser unos ladrones. ¿ por que no pruebas con un hombre normal?. Cedric se quedó pensativo unos momentos y dijo. Sea como tu dices.
Hicieron pasar a Yago el carpintero a la sala de los tesoros. Cuando entró en ella se puso a admirar los artesonados del techo y los ricos muebles de la estancia. Ni por un momento se le ocurrió coger nada de los cofres del tesoro. Cuando fueron a buscarle para el baño en el lago, nadó tranquilamente y salio airoso y ágil de las aguas, ante el estupor general.


Demetrio dijo al Rey; He aquí a tu Primer Ministro.
 Yago, fue nombrado Chambelán del Reino y Primer Ministro. En ningún momento el buen Rey, que supo corregir su error se tuvo que arrepentir. Juntos gobernaron largos años, trayendo la paz y la prosperidad al Reino.
FIN

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