lunes, 13 de febrero de 2012

MADRES


Hola amigos:
Pertenezco a una generación en la que ya desde pequeños y debido a la dureza de la vida y la precariedad económica, los jóvenes nos hacíamos adultos antes de tiempo. Mi infancia al igual que la de mis hermanos fue dura, debido a la prematura muerte de mi progenitor. En mi hogar todos teníamos obligaciones que cumplir. Lo hacíamos antes de ir al colegio y seguíamos después de salir. Ninguno nos quejábamos porque entendíamos que era imprescindible nuestra colaboración.Mi niñez fue dura pero la recuerdo con orgullo y un inmenso agradecimiento a la fantástica mujer que fue mi madre.


Ni en cien años que viviera podría agradecerle bastante su ejemplo, cariño y enseñanzas.
Fueron unas lecciones cruciales para mi familia, las que recibimos de su ejemplo y sacrificio. Ella era la primera en todo.He visto a mi madre quedarse noches enteras sin dormir después de un día de duro trabajo. Se quedaba cosiendo y zurciendo nuestra ropa para que al día siguiente fuéramos impecables al colegio.


Nos preparaba ricas y nutritivas comidas con las materias primas que cultivábamos en nuestro huerto, y a pesar de que eran poco variadas, las comidas de mi madre siempre eran estupendas. (Nunca he vuelto a comer un pollo en pepitoria como el que hacia mi madre).

Cuando llegaban las Navidades mi madre preparaba unos dulces excepcionales para que no nos faltara de nada, y cuando llegaba el día de Reyes y la situación económica no permitía comprar regalos, mi madre nos hacía unas estupendas muñecas de trapo con todos los detalles, pelo, vestiditos, etc.


Jamás permitió que nos faltara lo fundamental, y con su gran inteligencia fue consciente en todo momento de que la formación que nos diera, era la única herencia que nos iba a dejar. Siempre nos decía: "estudiad, estudiad y no os quedéis en el pueblo, aquí no hay futuro".


Se que mi madre nos amaba por encima de todo. Nunca quiso volver a casarse a pesar de que pudo haberlo hecho.Ella no quiso darnos un padrastro y afrontó la vida en solitario con sus seis hijos. "Lo que sea de uno será de todos", le contestó a su hermano cuando este le propuso que se desprendiera de los pequeñitos internándolos en un colegio de la capital.


¿Que mejor prueba de amor puede dar una madre que sacrificar su vida por sus hijos?. Mi madre nos preparó para enfrentarnos al mundo, al trabajo, a la adversidad. Ella con su sabiduría entendía que no nos podía solucionar siempre los problemas, y que éramos nosotros los que deberíamos hacernos cargo de nuestra vida cuando fuéramos adultos.


Se que la situación económica actual es diferente, a pesar de la crisis. Los niños de hoy en día tienen unos privilegios y unas leyes que protegen su infancia.
Me parece bien que los más pequeños crezcan rodeados de seguridad. ¿ Pero no será contraproducente?Yo creo que el exceso de privilegios y de protección no es bueno. Hace jóvenes irresponsables e inmaduros. 


Se acostumbran a tener todo a cambio de nada. Los padres actuales les sobreprotegen y no les preparan para enfrentarse a las carencias y a las privaciones.¿ Que pasará el día que falten sus padres?. 

Éstos eternos adolescentes de 30 o 40 años que aún viven en la casa paterna, sin asumir responsabilidad alguna, ni contribuir a la economía familiar, son el fruto de ésta educación laxa y permisiva, que no es educación, porque no forma, solo alimenta y perpetua una niñez que ya queda muy atrás y que dejará a éstas personas totalmente desamparadas cuando falten sus padres. Se convertirán en una carga para el Estado o en unos marginados sociales incapaces de ganarse el pan.


Se que hoy en día hay una mayoría de jóvenes sanos, estupendos y formados, pero también conozco bastantes casos de jóvenes ociosos sin interés por nada que no sea su propio beneficio, explotando descaradamente a sus permisivos padres. 
La mayoría no son conscientes, del daño que causan en sus hijos con éste exceso de protección y privilegios.Los malcrían y estropean de una manera irreversible y les condenan a una vida de miseria cuando ellos falten. 
Que tengáis un buen día